Está visto y comprobado que ser Popular y morir joven, es posible pasaporte a futuro Mito. Pero ser Popular, morir joven y además ser lindo y carismático, ya otorga un diploma de Mito inmortal seguro.
Si además, quien se convertirá en Mito inmortal seguro, murió bajo circunstancias trágicas o dudosas, nace un ícono eterno, venerado, inolvidable y atesorado en la magia de la leyenda y el misterio. De eso tratará este blog. De aquellos famosos que se fueron antes de lo previsto.Jóvenes, descaradamente jóvenes, talentosos e idealizados.( Las biografias en su mayoría, son tomadas de Wikipedia)
...Este blog se creó el 23 de marzo del 2008...

Morir Joven : Mito Inmortal

miércoles, 9 de abril de 2008

Massimo Troisi. Su Muerte

MICHAEL RADFORD

-Dirigir la muerte de un amigo-


El realizador de «1984» habla sobre «El cartero (y Pablo Neruda)», una película que narra la imaginaria amistad entre un hombre semianalfabeto y el poeta. Esta historia ha sido el último trabajo de Massimo Troisi, el actor y director («Empezar desde tres») que sacrificó su vida por terminar el filme.
BEATRICE SARTORI

Julio de 1994: El día en que acabó el rodaje de El cartero (y Pablo Neruda), el actor Massimo Troisi, su inspirador y protagonista, sintió que su gran sueño se había cumplido y que podía morir en paz. Se despidió con un abrazo de su director y amigo, el británico Michael Radford, marchó a su casa, bromeó con su familia y se echó a dormir. Nunca despertó: su joven pero enfermo corazón se paró doce horas después. La cita con el quirófano del hospital londinense de Hatfield, para un trasplante largamente cancelado, fue anulada.

Las diez mil personas que le despidieron en el cementerio de su San Giorgio a Cremano natal, cerca de Nápoles, fueron los primeros en llorarle. El estreno de El cartero en todo el mundo ha despertado un clamor por el actor muerto a los 41 años, una súbita estrella internacional cuya fama no traspasó las fronteras de su país, donde era muy popular y querido.

Recordándole, Radford (Nueva Delhi, 1940), autor entre otras de 1984 y Pasiones en Kenia, rememora el dolor físico del actor durante un rodaje en el que sólo podía trabajar una hora diaria. Rodeado por un angustiado equipo que pensaba que podía morir en cualquier momento, Troisi se armó de voluntad y coraje para afrontar su último desafío y transmitir toda la inocencia, sensualidad, calidez y amor del cartero Mario Ruoppolo, poeta enamorado. Las trágicas condiciones en que desarrolló su último trabajo Radford las considera como un acto supremo de amor al cine.

«Puede que alguien piense que por algo tan trivial como una película no vale la pena sacrificar una vida, pero Massimo tenía fe en que se trataba de algo especial y lo quiso hacer, postergando el inaplazable trasplante. Era un artista total del espectáculo que sentía que no había hecho nada verdaderamente bueno en su carrera. La grandeza del sacrificio de su vida es de esas cosas que me animan a seguir viviendo», dice el director, para el que en todo ello hubo algo de la fuerza del destino combinada con la superstición y una «irrenunciable napolitanidad, que le impedía aceptar la idea de vivir con un corazón que no fuera el suyo».

1 comentario:

Claudia Uscátegui dijo...

Gracias infinitas a Massimo Troisi, allá en el paraíso de los grandes, donde seguramente está. No alcanzará a imaginar nunca las profundas emociones y sentimientos que despertó a través de ese personaje maravilloso, Mario Ruoppolo. Yo no me canso de repetir la película. Lloro de alegría, de tristeza, de las ocurrencias de la tía de Beatrice y ando en bicicleta con Mario, escribo poemas con él y me enamoro como él. Mi admiración eterna para este maravilloso actor, que entregó su vida por llevar al mundo entero su arte.